Artículo publicado en El Mundo.
Que el mercado y las relaciones comerciales han cambiado de manera significativa es una evidencia. Nos enfrentamos a mercados cada vez más fragmentados, con una competencia mayor entre las marcas.
La irrupción de un nuevo escenario social ha llevado a que el dominio de las tecnologías Web 2.0 y las redes sociales se convierta en una oportunidad de negocio que hace apenas diez años no era imaginable.
El e-commerce y la implementación de las redes sociales por parte de las empresas, implica el uso de medios de comunicación social que apoyan las interacciones sociales y las contribuciones de los usuarios en las actividades de compra y venta de productos. Sin duda, se trata nuevas oportunidades potenciales para la comercialización de productos y servicios.
Según el Estudio Anual de e-Commerce 2016 elaborado por IAB Spain, un total de 16 millones de internautas de entre 16 y 60 años ya compra online. Un 74% de estos lo hace con una frecuencia de 2,4 veces al mes y con un promedio de 75 euros por ticket de compra. Así, en 2016 los principales motivos de compra son accesibilidad a las ofertas, la comodidad y el precio, sin diferencias significativas respecto al año pasado.
Internet supuso un cambio trascendental en la conversación de las empresas con sus públicos. En su inicio, la publicación de contenidos requería conocimientos técnicos, por lo que solo unos pocos podían acceder a este nuevo medio. Con la irrupción de la web 2.0 surgió la bidireccionalidad y se produjo un drástico cambio en el panorama empresarial gracias a la aparición de nuevas e intuitivas herramientas que hacen posible que cualquier usuario pueda generar y compartir contenidos a la par que consume. No afirmaremos que exista una ruptura entre «lo nuevo» y «lo viejo», en lo que a términos de ventas se refiere, y que lo que valía antes ahora ya no sirva, sino que lo que estamos observando es una convivencia entre los dos modelos, a lo que las empresas les obliga estar muy atentas.