Los últimos años se ha estado especulando sobre el porcentaje de relevancia que aportaba el contenido orgánico al cómputo total de una cuenta y su caída en picado. Especialistas en marketing han comparado a Facebook, en pocas palabras, con esa mascota que se sienta a tu lado en la cena y no se levanta hasta que no le des un trozo de tu comida.
Pongámonos en situación. Tienes una página de Facebook que has estado alimentando (para seguir con la metáfora foodie) durante años sólo con contenido orgánico e iba funcionado de forma correcta. Un día decides darle un pequeño empujoncito para aumentar seguidores y para darle un punch de alcance y le pones un poquito de publicidad. Al mes siguiente crees que poniéndole un poco mas que el pasado conseguirás más resultados y así lo sigues gestionando los siguientes 6 meses. Al octavo mes te das cuenta de que las publicaciones que no alimentas con publicidad tienen la mitad de alcance y la interacción es prácticamente nula y te cabrea que sólo con una buena suma de dinero puedas posicionar tu marca al nivel en el que hace 8 meses se posicionaba sola.
¿Qué ha pasado? ¿Quién se ha llevado tu posicionamiento orgánico?
Esta situación provocó que las grandes empresas fueran perdiéndole cariño al gigante azul y buscaran nuevas plataformas para promocionar las actividades de sus clientes, sin perder la conciencia de la relevancia que seguía teniendo, sobre todo entre el público más adulto.
Debido a esto y gracias a la rapidez con la que se consume contenido hoy en día, IG fue adaptándose cada vez mejor a las necesidades de los clientes, tanto por visibilidad como por tiempo. Su material se consume de forma fugaz y siempre pide más y más. Sus stories se pasan con un movimiento de pulgar y lo que es mejor, debes de consumirlo lo más rápido posible porque en 24h desaparecerá y ahí hace muy bien su papel el síndrome FOMO (Fear of Missing Out) o lo que es lo mismo, el miedo que sentimos a veces cuando somos conscientes de que nos estamos perdiendo algo.
Pues bien, eso pasó con Facebook y ahora parece que le ha llegado el turno a su hermano pequeño Instagram.
De obtener unos datos orgánicos muy buenos en muy poco tiempo a no conseguir llegar a los objetivos. En esa situación están comenzando a verse una gran parte de las agencias. Los marketeros que han empezado a notar el cambio no sólo hablan de impresiones o de engagement, también de pérdida de oportunidad. No se trata solo de que se consigan números más flojos, sino de que el algoritmo entierra más rápido que nunca los contenidos orgánicos y nunca llegan ni siquiera a aparecer.
También hay que tener en cuenta que otros muchos profesionales siguen viendo buenos resultados en sus acciones en RRSS y no han notado cambio alguno con respecto al año pasado.
Con todos estos datos tendremos que estar muy atentos a los pasos que da Instagram los próximos meses. Quizá estemos a las puertas de una nueva revolución.