Blog: Kaizen
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Artículo publicado en El Mundo.

El conflicto lingüístico en nuestra Comunitat y su aprovechamiento político como arma arrojadiza no es un asunto nuevo. Y la polémica en torno a la idoneidad de una mayor o menor presencia del valencià en la educación del alumnado no ha pasado desapercibida. Vivir en un mundo cada vez más globalizado nos obliga a estar mejor preparados y formados. Nadie alberga dudas sobre lo importante que resulta saber inglés para mejorar sus opciones de empleabilidad o la de sus hijos e hijas. Y que tampoco estaría de más aprender algo de alemán e, incluso, si se puede, chino.

Pero en cambio, cuando se trata de aprender valencià esto sí que genera un alto grado de confusión sobre su utilidad, las opciones de empleabilidad o la rentabilidad. Seguro que no nos es ajena la frase: «Para qué aprender valenciano cuando en los negocios lo útil es el inglés». Pues si bien es cierto que aprender otra lengua como el inglés nos puede ayudar a ir bien lejos de nuestros seres queridos buscando la empleabilidad, no es menos cierto que un alto porcentaje del alumnado va a desarrollar su profesión en una pyme, ya que conforman el 95% del tejido empresarial en este país. Una pyme que, con una alta probabilidad, estará ubicada en la Comunitat Valenciana y que, con una alta probabilidad, sus relaciones laborales y comerciales se podrán llegar a dar en valencià.

En la actualidad me toca trabajar con empresarios y gerentes de pequeñas y medianas empresas que utilizan el valencià como lengua materna, y puedo afirmar que esto ayuda mucho en la generación de buenas relaciones. Por el contrario, en las más de treinta organizaciones con las que he podido trabajar, únicamente en dos se empleaba el inglés. En la primera, porque trabajábamos con proyectos europeos. En la segunda, se hablaba en inglés una vez al mes por si algún día hacía falta. Era bastante divertido, por no decir ridículo.

En las ventas, en las relaciones comerciales y humanas, la existencia de elementos identitarios y emocionales comunes aproxima a las personas. Al igual que las separa pertenecer a equipos de fútbol distintos o de partidos políticos opuestos.

El lenguaje sirve para comunicar y los elementos identitarios son siempre positivos: en las relaciones comerciales y las laborales, pero por encima de todo en las relaciones entre las personas.

Probablemente, definir con exactitud qué idioma resulta más útil sea un tanto difícil. Sin embargo, de lo que no tengo duda es que el desprecio hacia cualquier idioma nos aleja más que nos aproxima en lo personal, y muy probablemente en lo comercial.

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